Acostumbrados estamos al padre ausente, distante y doloroso en la literatura. Prueba de ello son obras como: Pedro Páramo de Juan Rulfo, Carta al padre de Franz Kafka y La invención de la soledad de Paul Auster (como ya hemos mencionado en una reseña anterior sobre el tema, Dios fulmine a la que escriba sobre mí).

En contraparte, El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince nos presenta el otro lado de la moneda; un padre amoroso, comprensivo y altruista. Con una narrativa amena, autobiográfica, a veces ficcional y humorística, Abad Faciolince nos cuenta los primeros años de su vida al lado del padre, la muerte del mismo por organizaciones armadas y el mal de una sociedad conservadora en Colombia. Publicado en 2006, y llevado al cine por Netflix, a continuación te reseñamos este libro que ha contado con gran éxito convirtiéndose en bestseller.

El padre, Héctor Abad Gómez, fue médico especialista en salud pública, catedrático, diplomático liberal, activista y defensor de los derechos humanos. En el libro el autor lo recuerda como un hombre que amaba a sus hijos y que abogaba por el bien común. Además, nos cuenta sobre su infancia, época que describe como años felices al lado de sus padres, hermanas y demás mujeres que vivían en su casa. Sin embargo, como es de esperarse, una historia feliz no puede existir sin antagonismos. El padre será víctima del señalamiento de una sociedad conservadora y de dos muertes inesperadas.

Aunque fue un hombre alegre, comprensivo y dadivoso, su liberalismo incomodaba a colegas y organizaciones. Se convirtió en blanco de amenazas, burlas, críticas y, finalmente, su asesinato. Como se nos narra en El olvido que seremos: «no sólo algunos médicos lo odiaban. En general, su manera de trabajar no era bien vista en la ciudad… A los más ricos les parecía que, con su manía de igualdad y la conciencia social, estaba organizando a los pobres para que hicieran la revolución».

En adición al chisme familiar, Abad Faciolince integra reflexiones sobre el contexto socio-político y religioso de la época ubicándonos en un panorama: los años 60 a 80 en Colombia. Con una narrativa inteligente y divertida, disfrutaremos de episodios satíricos sobre el fanatismo religioso. Este recurso, y el de la doble moral, permite al autor poner al padre como un héroe. 

Para ilustrar lo anterior, nos cuenta que su madre lo dejaba en casa de su abuela Victoria, donde caía indefenso en el ‘oscuro catolicismo familiar’ producto de los aburridisimos rosarios, los cuales parecían más una procesión de enfermos y pecadores. Entonces su padre que era agnóstico, contrarrestaba esta educación religiosa con dosis de lecturas racionalistas y filosóficas. Esto generaba en el hijo gran admiración: «mi verdadero héroe, secreto y vencedor, era ese nocturno caballero solitario que con paciencia de profesor y amor de padre me lo aclaraba todo con la luz de su inteligencia, al amparo de la oscuridad». (Aquí cabe mencionar que nos gusta lo romántico que puede llegar a ser el autor, jeje)

Por otro lado, debido a ciertas opresiones laborales, fue un padre que se ausentó por periodos. Es así que tras largas ausencias forzadas por el clima político adverso, regresaba a casa como un salvador. «Un héroe para nosotros, el papá que volvía de una misión en lo más hondo de Asia, cargado de regalos… de carcajadas, de historias, de alegrías, a rescatarme de ese mundo sórdido de rosarios, enfermedades, pecados, faldas y sotanas, de rezos, de espíritus, fantasmas y superstición… Ahí venía mi salvador, mi verdadero Salvador».

En lo personal, disfruté mucho de la lectura. Sobre todo aprecié encontrarme con un autor que es capaz de escribir desde la ternura y la compasión. Eso sí, sin dejar de lado sus dosis de racionalidad. Es un libro ameno que te recomendamos para conocer una historia que cambia la narrativa sobre el padre del siglo XX: uno que nutre a los hijos. Porque también existen buenos padres los cuales se escriben a sí mismos desde el amor.

Ya somos el olvido que seremos.

El polvo elemental que nos ignora.

Jorge Luis Borges

 

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