¿Cómo buscar lo que nunca se ha perdido porque siempre estuvo ausente? En su debut literario, con Especies tan lejanas, la escritora mexicana Nayeli García Sánchez utiliza una metáfora arácnida y una alegoría canina para explorar el duelo de la ausencia del padre. La protagonista de esta historia es Natalia, quien al enterarse que su padre ha muerto, y el cual nunca estuvo presente en su vida, decide emprender un viaje a Irapuato para buscar información sobre él. Este acontecimiento marcará la pauta para reconstruir la mitad faltante del rompecabezas de ella misma: «Siempre me acompaña la sombra afilada y puntiaguda de mi padre ». Conforme avanzamos en sus páginas, Especies tan lejanas se convierte en un enredo narrativo muy al estilo de las telarañas. A continuación, te hablo un poco más sobre esta novela publicada en 2024 por la editorial Sexto Piso.

El espacio que deja la ausencia del progenitor en la vida de un hije es ya de por sí un duelo, el cual se llena con una dosis de ansiedad, culpabilidad y un sentido de incompletud. Pero, ¿qué sucede cuando un padre ausente muere y junto a él toda oportunidad de redención?, ¿hablamos entonces de un duelo reloaded?, y ¿el trauma que esto genera es meramente el constructo cultural en cuestión sobre la familia? Estas preguntas se desprenden de Especies tan lejanas donde la autora hace una exploración de carácter psicológica y filial del duelo paternal.

«Lo googleé porque quería encontrarlo y la muerte no me iba a detener.

¿Pero qué significa encontrar a un muerto? ».

Natalia es una bióloga de la UNAM y estudiosa de las arañas, a quien un día le da por buscar el nombre de su padre en Google. Su punto de quiebre será descubrir que éste ha muerto hace cuatro años. A partir de este hecho seremos testigos del episodio ansioso y desesperado de Natalia por reconstruirse a sí misma. Sin embargo, al no tener conciencia clara de la búsqueda que querrá emprender, todo se convertirá en una maraña de acciones torpes y con un aparente sinsentido. Bajo el pretexto de un viaje a la ciudad natal del padre, es mediante la huida como ella vivirá la catarsis de un duelo muy singular. Pues, ¿cómo se debería sufrir la pérdida de una persona que se es ajena, pero que se lleva en el ADN? Y como se nos narra:

« La cuestión es que él puede vivir sin que la curiosidad por mí lo lleve a preguntarse quién es él. Yo no. La mitad de mí es una copia de él. Pero no lo conozco, no sé qué parte de mí sea esa. Y la pregunta me persigue. No me conozco porque no lo conozco. Es injusto no poder renunciar a él como lo hizo conmigo. La herencia es una condena que funciona en una sola dirección ».

Sobre el tema del duelo paternal podemos considerar las antecesoras novelas: El olvido que seremos de Héctor Abad Faciolince; y la recientemente publicada Dios fulmine a la que escriba sobre mí de Aura García Junco. Sin embargo, es importante destacar las singularidades de Especies tan lejanas. Mientras que para Faciolince son las memorias al lado del padre y para Aura es el duelo desde lo tangible de una biblioteca heredada, para Nayeli es la búsqueda en medio de la nada. La protagonista simplemente contará con los datos escuetos proporcionados por la madre, un nombre y el algoritmo de Google. Al relato de la inexistencia paternal se intercalan pasajes sobre las arañas. No sólo por el amor de la autora hacia los artrópodos, sino también por su significado más simbólico. Porque si lo miramos desde la metáfora y el psicoanálisis, se convierte en una historia sobre su antagonista; la madre.

La novela tiene un comienzo potente mediante el uso de una alegoría entre el padre y un perro. Ya en Irapuato, Natalia recibe posada de una desconocida y su llegada transgrede el orden de esa casa. Empezando con el extravío de Aristóteles, el perro de la anfitriona. De esta forma, lo que inicia como la búsqueda del padre se convierte en una jugarreta del destino que lleva el nombre de – perro extraviado -. Este descuido empuja a Natalia a deambular por las calles de Irapuato, lo que la llevará a una conclusión inesperada:

“ Pegué una de las hojas en el poste y añadí con pluma tres signos de pesos.

Venir a Irapuato a buscar a mi papá y terminar, en cambio, poniendo avisos de «SE BUSCA PERRO »”.

Entre otros aspectos, es interesante lo que las escritoras de la generación milénica están haciendo con sus narrativas en torno a -la familia – . Con cierta intimidad, son disertaciones en marcha que se sienten como un recuento de los daños. Tomemos en consideración que los milenials fueron esa generación parteaguas para el cambio, ya que no sólo se atrevieron a mirar lo que estaba mal, sino que además cuestionaron y debatieron. Por lo tanto, es una generación muy herida en este tema pero también muy valiente por explorar los mundos emocional y mental legados del pasado.. Habría que ver cómo avanza la sociedad latinoamericana en torno a la familia, porque como la autora menciona: «eran los noventa y estaba de moda tener familia ».

Para finalizar, Especies tan lejanas es un relato que se siente íntimo, con una estructura pensada y que cumple su objetivo de transmitirnos el duelo y la ansiedad de la protagonista. Esto sin demasiados sentimentalismos, por el contrario, lo hace desde la evasión. Es una novela que propone la observación de la naturaleza, en este caso los artrópodos, para resignificar la concepción de la crianza. Con este libro se marca un buen inicio para Nayeli García Sánchez como escritora. Estoy justamente – ansiosa – por leer sus futuras creaciones literarias.

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La maternidad humana no es un llamado de la naturaleza ni la ausencia del padre algo tan terrible.

Son tradiciones, conductas aprendidas que de tanto repetirse se han tomado como innatas.

Especies tan lejanas, Nayeli García Sánchez

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